La cacería
Manejábamos a toda velocidad por la 101. Nos dirigiríamos al norte tanto como nos fuera posible. Luego daríamos la vuelta y atacaríamos a James. O por lo menos ese era el plan…
Emmett llevaba anudado en la cabeza y el cuello el pijamas que había tomado horas atrás. Estaba seguro que podía percibir el aroma de Bella. Mi padre estaba sentado a mi lado, viajábamos en silencio, bueno nadie decía nada en voz alta.
Carlisle estaba preocupado por Esme y pasaba lo mismo con Emmett por Rosalie, ellas viajaban al oeste y Victoria les pisaba los talones.
No redujimos la velocidad al llegar a Beaver o a Saphho y preferimos seguir por la carretera al llegar a Port Angels. Debíamos tratar de llegar a Seattle antes del amanecer, ya no contaríamos con los cielos encapotados de Forks y el jeep de Emmett no nos serviría de escudo contra los rayos del sol, por lo que tendríamos que conseguir otro.
James nos seguía a una cierta distancia, posiblemente corría por el Olympic National Forest. Aunque estaba seguro de darnos alcance fácilmente pero había una razón por la cual no lo hacia…
—Maldito asqueroso—. Dije en voz alta.
Mi padre y Emmett me miraban ahora sorprendidos.
—No quiere que lea sus pensamientos, por eso no nos ha dado alcance, por eso nos sigue a una buena distancia—.
—Rayos Edward—, dijo Emmett.
Maldita rata astuta, pero no le serviría de nada, tendría que acercarse de todas formas y cuando lo hiciera yo podría sentirlo.
—Debemos seguir con el plan—. Dijo mi padre.
Y así lo hicimos.
Estábamos entrando a Seattle cuando empezó a aclarar.
—Mantente el la 5—. Dijo mi padre mientras saltaba del carro.
Le mire sorprendido, sus pensamientos cambiaban drásticamente de dirección. Voltee para ver como se perdía entre la ciudad.
—¿Donde crees que estará?— dijo de pronto mi hermano sentándose a mi lado.
—No lo se, no puedo oírle—.
—¿Pero crees que nos sigue?—.
Estaba seguro que lo hacia, no había alguna razón para que desconfiara de nuestro plan.
De pronto detrás nuestro apareció un Cadillac DTS plateado con los espejos polarizados.Subió la velocidad y nos rebasó en un parpadeo humano.
—¡Carlisle!—.
—¿Crees que lo ha alquilado? —. Pregunto Emmett.
El coche era un lujo, estábamos seguros que su dueño no tardaría en hacer la denuncia.Claro que para entonces ya nos encontraríamos muy lejos de la ciudad.
Dejamos el Jeep junto a un pequeño rastro para que James lo siguiera.
—A situaciones desesperadas, medidas desesperadas—. Me había dicho mi padre. —Y además no encontré nada mejor—. Concluyó guiñándome un ojo.Pero no pude seguir su buen humor.
—Todo saldrá bien hijo—. Mi padre conducía ahora, Emmett viajaba junto a el y yo me dedicaba a vigilar por el espejo retrovisor.
—Lo se Carlisle, lo se—. Le dije sin darme vuelta para mirarle.
—Alice es juiciosa y astuta. No debes preocuparte por ella—.
—Lo se padre—.
—Y James…—
—¡Padre, detente!. Esto no es necesario. Yo… yo estoy seguro que todo resultará.Por favor solo quiero llegar de una vez…—
Pobre de mi padre, el no quería, solo trataba de… ¿reconfortarme? Verdaderamente pensaba que me reconfortaría diciendo esas palabras? Solo empeoraba la situación, yo trataba con todas mis fuerzas de no pensar en Bella. La había dejado a un margen, había guardado todos sus recuerdos en un rincón de mi mente, tratando solo de pensar en James. Pero era imposible, traía conmigo algunas prendas que había sacado de su petate antes de partir, podía sentir su esencia en todos lados.Extrañaba sus pequeñas y tibias manos entre las mías, su risa cristalina, extrañaba la forma en que se iluminaba su rostro cada vez que intuía algo y sus erróneamente acertadas preguntas.La extrañaba con todo mi corazón.
Caía la noche cuando entramos a Vancouver, solo un poco mas hasta la British Columbia.Unas horas mas para poder terminar de una vez con aquella pesadilla.Solo un día para estar nuevamente junto a ella, a mi Bella.
Un bosque interminable se abría ante nosotros, era una enorme masa llena de vida; alfombrada de un verde musgo por todos lados, cubriendo cada roca, cada árbol, cada rincón.Los árboles eran tan altos que apenas se podía ver el cielo que permanecía oscuro debido a la ausencia de luna y estrellas.Tratábamos de no seguir las sendas del bosque, avanzando en zig zag entre los enormes árboles mientras Emmett frotaba las ropas de Bella cada cierto tramo.
Las horas parecían eternas, corríamos con todas nuestras fuerzas, los animales dormidos no alcanzaban a percibir nuestra presencia, solo notaban, si es que lo hacían, la leve brisa que dejábamos al pasar.
La noche fue aclarando de las montañas cercanas bajaba una cortina de niebla que avanzaba lenta y constante entre los árboles, cubriendo todo a su paso.
Nos encontrábamos lejos de la civilización y esperamos…
Me ubicaba a varios metros mas adelante, mientras mi padre y Emmett se alejaban a derecha e izquierda, respectivamente para luego cerrar el paso de James por la retaguardiayo era la carnada, debía atraerlo todo lo posible, pero seguía sin escucharlo.
Sentí miedo, por primera vez en estos dos días sentí miedo.
“Cielos Edward”. Dijo mentalmente mi hermano. “Esto esta muy tranquilo, no encuentro ningún rastro de James, solo están los nuestros. ¿Sigues sin escuchar nada?... espera veo a Carlisle…”
Era lo mismo para mi padre, no había encontrado rastro alguno. Silenciosamente siguieron hacia delante, hasta encontrarme.
—Debemos regresar—. Les dije.
Estas seguro que esos es…
El celular de Carlisle vibraba en su bolsillo.
—Es Esme—. Nos dijo.
Esme y Rosalie se encontraban bien, habían regresado a Forks, Victoria se había dado cuenta muy pronto que Bella no viajaba junto a ellas.Rosalie le había seguido por todo el pueblo durante la noche anterior. Había ido una vez mas a nuestra casa, al Instituto, a la cafetería del pueblo, había parado en todos los sitios que Bella frecuentaba, tratando inútilmente de encontrar alguna señal que le indicara su paradero.Esme vigiló la casa de Charlie toda la noche y se reunió junto a Rosalie cuando Victoria ingresó a la casa de este, claro que el no estaba ya que había salido muy temprano.
Mi padre le contó de nuestro viaje y de nuestra angustiosa espera.
Me aleje de ellos un momento, no tenía ganas de escuchar muestras de afecto conyugal ni nada por el estilo.
Tenía la leve sensación de estar haciendo todo mal, el bosque parecía carente de vida, seguramente los animales sentían nuestra presencia y huían de nosotros.¿La habría sentido también James? Por cierto que el era un animal, esa era su mayor característica. ¿Podría haber intuido nuestras intenciones? ¿Es por eso que no he podido ver su mente?.
Lo podía ver claramente ahora que James ya no nos seguía, había estado seguro que lo hacia, pero no se donde dejo de hacerlo.
Corríamos con todas nuestras fuerzas me había adelantado cuando encontré el rastro de James.Se dirigía de vuelta a Vancouver.
—Edward—. Me dijo mi padre, alargándome el pequeño teléfono plateado. Nos encontrábamos en el aeropuerto de la ciudad, James se nos había escapado.
— ¿Diga? —. Dijo ella.
—Bella —. Por fin, por fin podía oír su voz.
— ¡Oh, Edward! Estaba muy preocupada.
Lo único que la había pedido era que no se preocupara por nada ni nadie, ya podía imaginar las horas que había pasado, pobre Bella.Le conté que nos encontrábamos en Vancouver y lo que pasaba con James.
Había sido una verdadera suerte que el día se hubiera mantenido nublado y lluvioso, podía escuchar sus pensamientos, tenía la intención de tomar el primer vuelo de vuelta a Forks, se dirigía al aeropuerto local.Nos vimos obligados a movernos a velocidad humana para no llamar la atención y James se nos había escapado por diez minutos.
—Lo sé, Alice vio que se había marchado—.
—Pero no tienes de qué preocuparte, no podrá encontrar nada que le lleve hasta ti, sólo tienes que permanecer ahí y esperar hasta que le encontremos otra vez.
Estaba preocupada por su padre, esperaba haberla tranquilizado contándole lo que había sucedido mientras su padre no estaba en casa. Pero seguía preocupada por Victoria.
— ¿Estás seguro de que Charlie está a salvo? —.
—Sí, Esme no le pierde de vista; y nosotros volveremos pronto, si el rastreador se acerca a Forks, le atraparemos.
Deberíamos volver lo antes posible, ya no habían vuelos a Forks, el próximo saldría mañana en la noche, tendríamos que pensar en algo mas.
—Te echo de menos —. Dijo de pronto.
Yo también la extrañaba, pero estaba seguro que su sufrimiento no era nada en comparación al mío. Quería estar junto a ella, protegerla, consolar sus penas y sus miedos.
—Ya lo sé, Bella, créeme que lo sé, es como si te hubieras llevado una mitad de mí contigo—.
—Ven y recupérala, entonces —.
Pero no podía volver junto a ella, no sin antes solucionar este problema, Bella correría peligro si la mantenía junto a mi, James nunca nos dejaría en paz, nunca.
Te quiero, me dijo antes de cortar, yo la amaba y haría todo lo que fuera necesario para que ella estuviera a salvo aunque me costara la existencia.
Tomamos el vuelo hacia Seattle, desde ahí recogeríamos el Jeep de Emmett y volveríamos a Forks para encontrar el rastro de James y Victoria, podríamos obligarlos a ir a la Península de Olimpia y ahí terminar con ellos.
— Debemos detenerles antes que puedan huir nuevamente—. Dijo mi padre.
—No te preocupes, no tendremos que preocuparnos por Bella.Esme puede cuidar a Charlie, para no ponerla en peligro, pero entre los cuatro acabaremos fácilmente con ellos—.
Emmett estaba impaciente por llegar pronto a Forks, pero podía ver que también se sentía así por llegar junto a Rosalie.
Alrededor de las dos de la madrugada recibimos otra llamada de Alice.
James no viajaba a Forks como creíamos, se dirigía a Phoenix, seguramente llegaría antes del amanecer. La visión era nítida y detallada, James se encontraba en casa de Bella, no le tomaría mucho encontrarlos en la ciudad.Se encontraban escondidos en un hotel cerca del aeropuerto y eso tampoco era muy favorable.Deberíamos huir, teníamos que permanecer ocultos todo el tiempo que fuera posible, la pregunta era donde, tomaríamos un avión y mi familia se aseguraría que no nos siguiera, borrarían nuestro rastro en el aeropuerto, borrarían nuestro ingreso, o viajaríamos con nombres falsos. No estaba seguro todavía, lo único de lo cual estaba completamente seguro era que aun faltaban dos hora para llegar a Seattle y parecerían eternas.